Todo es energía. A pesar de tener una u otra apariencia, en el fondo todo es energía. Nosotros somos energía, la Creación es energía. Creamos energía todo el tiempo, ya sea de forma consciente o inconsciente. Nuestra alma es energía muy pura. Los centros energéticos del cuerpo se llaman chakras. Estos centros de fuerza crean la energía que somos. El chakra del corazón es el centro de nuestro ser. Todo lo que nos ocurre en la vida afecta las energías de nuestros chakras, a la vez que a otras energías intrínsecas de nuestro ser.
Las experiencias que vivimos a lo largo de nuestra vida afectan directamente la manera en la que creamos energías en nuestro cuerpo, mente y alma. Seamos sinceros: la vida en la Tierra no siempre es fácil! Durante nuestra infancia, adolescencia y también de adultos vivimos sucesos estresantes y traumáticos. Éstos pueden ser generados por nuestros padres, la familia, amigos y la sociedad en general. Debido a ellos empezamos a comprimir y limitar la verdadera esencia de quienes somos. Somos seres espirituales inmensos.
La esencia expansiva de nuestro ser es realmente inmensa. Simplemente nuestro cuerpo físico ya está limitando este ser espiritual tan inmenso que somos. Los eventos traumáticos empiezan a comprimir nuestros centros energéticos. Nuestro niño/ nuestra niña interior, este ser tan expansivo, empieza a verse atrapado/a. Nos empezamos a proteger.
Nos protegemos de muchas maneras energéticas diferentes. No te olvides de que somos seres altamente evolucionados a nivel espiritual. Empezamos a crear campos energéticos de protección alrededor de o entre nuestros chakras para protegerlos. El chakra del corazón es, con diferencia, el chakra más protegido de todos. Imagínate simplemente cuántas veces hemos tenido que proteger nuestro corazón en la vida para que no tenga que sentir todo el dolor que experimentamos.
Cuanto más mayor nos hacemos, más veces nos hemos tenido que proteger. Empezamos a crear “cajas” energéticas alrededor de nuestros centros energéticos. Padres que nos rechazan de alguna forma en algún momento, romper con una pareja, la muerte de un ser querido. Todas estas experiencias nos afectan de muchas maneras. La falta de amor es una de las experiencias más duras para nuestra alma.
Cuanto más traumático el evento, más necesitamos protegernos. Abuso mental, físico o sexual nos afecta sobremanera. La compresión empieza a afectar nuestra esencia expansiva. Empezamos a encerrarnos para proteger la naturaleza tan sensible de nuestro ser. Un trauma severo puede hacer que partes de nuestro niño/niña interior se encierren o se refugien en nuestro campo áurico para protegerse. Esta fractura ocurre cuando la compresión es demasiado grande. Entonces es cuando “apagamos” nuestro sentir, oír y ver sensible e intuitivo.
¡Párate un momento y siente tu corazón ahora!
Pregúntate a ti mismo/ misma si ésta es la razón por la cual no puedes ver, oír o sentir de la manera que sabes que podrías. Estamos entrando la era en la que nuestro ser espiritual está deseando volver a saber, sentir, ver, oír. La llamada interna del querer recordar se hace oír cada vez más fuerte. Ahora sentimos la necesidad de abrirnos completamente al despertar consciente. Tu alma te está llamando para que recuerdes tu verdadera esencia. Somos el Todo, la Unidad, la Fuente, Dios. Recuerda quien eres.
Si buscas asistencia en este proceso estás en el lugar adecuado. Cosas como coincidencias, accidentes o suerte no existen. Todo ocurre tal como debe ocurrir. Siente esta verdad dentro de ti mismo/ misma.
¡Disfruta del proceso!
autor: Michael & Nina
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