"Cada actividad de la vida cotidiana
contiene una enseñanza que debemos meditar. Por ejemplo, todos los días debemos
consagrar; al menos unos minutos, a dejar nuestra casa limpia y en orden, si no
la existencia se tornaría rápidamente insoportable.
Así pues, ¿por qué todavía
no hemos comprendido la necesidad de limpiar y de ordenar nuestro fuero interior
con la misma paciencia, regularidad y tenacidad como lo hacemos con nuestro
hogar? Evidentemente, si nuestra casa se ha ensuciado mucho, está repleta de
obstáculos o demasiado deteriorada, siempre tenemos la posibilidad de mudarnos a
otro lugar. Pero, ¿podemos intentar trasladarnos a vivir fuera de nosotros
mismos?
Por lo que cada día; incansablemente, debemos visitar vuestro fuero interior y decir: «Veamos, ¿qué es lo que no funciona?», y evitar así que las cosas se deterioren, que el polvo se acumule y la basura se amontone; de lo contrario, llegará un día en que será demasiado tarde para remediar la situación. Cada día; y muchas veces varias veces al día, es necesario hacer limpieza. Es decir, restablecer el orden, la pureza, la paz y la armonía en uno mismo. "
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